Mirando atrás, al menos 10 años,
puedo ver cómo la publicidad ha cambiado, con ella los clientes y el mercado en
el que trabajamos. Recuerdo perfectamente como en ese tiempo, mi equipo y yo, planificábamos
todo tipo de estrategias para ofrecer a nuestros clientes. Un segmento de los
empresarios era reacio a invertir en acciones publicitarias. La mayoría
aseguraba que no les interesaba, que tenían ventas altas y que captar nuevos
clientes sería contraproducente puesto que no podrían atenderlos como se
merecían. Nosotros estábamos sorprendidos, tratábamos de mostrarles que la
imagen de una marca no solo era necesaria para las ventas. Un posicionamiento
en el mercado era indispensable, pero nada, pocos terminaban por aceptar
nuestras propuestas. ¿Qué le podíamos hacer? Eran tiempos en los que, en
algunos casos, la demanda era superior a
la oferta. Pero el tiempo siempre terminaba por mostrar la verdad, incluso ante
las mayores convicciones.
El tiempo pasó y la publicidad cambió más de lo que podría
imaginarse que sucedería de 3 a 5 años. Los ciudadanos dejaron de tener tanto
poder adquisitivo por lo que el consumo varió considerablemente, sobre todo en
aquellos comercios que hacía años afirmaban “no necesitar más”. Sus faltas de
conocimientos en sus clientes individuales y asesoramiento en el mercado les
hacía llegar a exclamar “¡Vaya crisis!”, y claro, nosotros mirábamos lo que
sucedía. Volvimos a proponer nuestros planes pero ahora había un problema más
grave que, años atrás, no teníamos: la falta de consumo. La austeridad era la
protagonista de la época y la publicidad solo podía tratar de fidelizar a sus
clientes, pero para la apertura de mercado era un momento bastante peliagudo.
Y por fin llegamos hasta nuestros días. La sociedad ha cambiado de forma radical desde hace 10 años, es lógico que la publicidad también lo haya hecho. Ahora puedo ver como los clientes buscan publicidad, pero no una de cualquier tipo para salir del paso. No. Buscan comunicaciones de calidad y una buena gestión de su imagen porque, finalmente, se dieron cuenta de que lo que se dice de uno es, al fin y al cabo, su seña de identidad. Y ahí es donde la verdadera publicidad de calidad debe entrar en juego, tal y como el cliente desea. Saber esto de manera teórica no es ningún misterio, ponerlo en práctica es ya otro tema. En Aviva Publicidad lo hacemos. Conocemos a nuestros clientes, los entendemos. Porque al final, una marca es una persona y a las personas solo se le da lo mejor.
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